Antes de las elecciones.


Antes pensaba, que la mejor forma de exhibir mi inconformidad con la política mexicana, era anular mi voto. Me decía a mí mismo "si ninguna propuesta política me convence, lo mejor es no votar por ninguna propuesta, anulando mi voto y así negar que acepto alguna propuesta política". Pero ahora, Me doy cuenta que anular el voto es lo peor que se puede hacer en México. 

Para empezar, no importa cuanta gente anule su voto, aún así, alguien debe de quedar en algún puesto político. Todos los mexicanos no podríamos anular nuestro voto. Los mismos partidistas que están disputando un lugar como senadores, diputados, gobernadores y presidentes, no anularían su voto, porque sería ilógico negar su propio partido e ideología, y tendrían que negar además su fuente de trabajo. Por esto el voto nulo no representa nada para los partidos políticos, porque a fuerzas alguien debe quedar, aunque solamente hayan votado los mismos partidos políticos.   

El voto nulo no sirve en la actualidad, porque, a los partidos políticos no les interesa el individuo, y menos el pueblo. Les interesa que siga existiendo los partidos políticos, para que siga habiendo flujo de dinero, de trabajo y de puestos políticos. Si se interesaran por el bien de la gente y por saber que quiere el pueblo, no habría necesidad de que haya partidos en pugna. Los partidos, por suposición, tienen por fin ayudar al pueblo, hacer un buen manejo de los recursos del país, y llevarlo al bienestar. Pero, no es así, cada que gana un partido político al país le va de mal en peor; entonces, los partidos no se preocupan por aquellos que deben de obedecer; el gobernante no es un amo sereno e inconmovible, sino un gobernante que debe atender a las necesidades de su pueblo y obedecer a las peticiones de éste, pues "lo elegimos democráticamente".  

La palabra democracia causa muchas confusiones. Qué queremos decir con el término democracia. Quién es el demos mexicano; son todos los mexicanos o sólo algunos; es el demos de las comunidades indígenas o el demos de los ciudadanos mexicanos; el demos de los campesinos o el demos de los empresarios; el demos de los pobres o de los ricos. Estoy en contra de la actual política mexicana que quiere dividir la política de la sociedad civil o de los ciudadanos, como si estos no pudieran elegir en cuestiones políticas; como si no fueran también responsables de la polis donde viven. Esa división entre ciudadanos y políticos, muestra que la política mexicana sólo es de unos cuantos. Los que deciden y ejercen su poder como individuos políticos son un grupo cerrado y selecto. Los demás son masa y fuerza de trabajo para mantener el capital. La democracia mexicana debe ser redefinida y explicada bajo nuevos términos, los que tienen igualdad y justicia son privilegiados. Por esto no todos los votos en México valen igual.

A partir de que la democracia es privilegio de algunos, deberíamos pensar qué hacer para modificar esto. Las instituciones son muy engañosas, la constitución también, las leyes también y las personas también. Si algo es esencial al hombre, es su cualidad de devenir, el hombre no está definido y delimitado de una vez y para siempre. Éste siempre esta en cambio y modificación de su propio ser, el ser del hombre en la antigua Grecia y en la época medieval del feudalismo, no son iguales en su modo de comprenderse e interpretarse, el griego antiguo como hombre que habita en un mundo de dioses imperfectos y cambiantes, y el hombre cristiano que habita en un mundo creado y dominado por un Dios perfecto y omnipotente. De igual manera, en los Helenos la política era sólo para los hombres libres, no para las mujeres ni para los esclavos; las mujeres porque son un ser inferior el esclavo porque es un ser vil. En el cristiano la política se rige por la mediación divina, el Papa y el rey son elegidos por Dios y el Papa tiene más poder que el rey mismo, por su cercanía con Dios. Así como el hombre cambia su modo de comprenderse e interpretarse, también, las instituciones, las constituciones y las naciones son modificables al ser fundadas y participes del ser humano. Debemos comprender que la política está en constante cambio, y a partir de esto entender que no hay régimen perfecto.

Saber que la política no está escrita de una vez y para siempre, nos tiene que hacer entender, que si la política actual nos perjudica, debemos transformarla o hacer lo posible para transformar el sistema para nuestro bien; aunque sea imposible llegar al perfecto gobierno. Pero, qué hacer en tiempos de elecciones. Tenemos que elegir a alguien que nos represente, o eso nos hacen pensar. Porque, al fin y al cabo algún representante político será la imagen de otras ideas y otros proyectos políticos distintos a los nuestros: no todos pueden quedar satisfechos con todas las propuestas. Por eso existe la pugna entre partidos políticos, porque, cada uno representa una propuesta diferente.

El voto nulo no es la solución para demostrar mi hostilidad a la política mexicana. Ellos se van a reír de mí, porque ni si quiera tomarán en serio mí voto anulado; para ellos mejor, no se tienen que preocupar por una persona que desea que algún otro partido de su oposición quede. Ya que cada partido tiene sus propios intereses, y muchas veces chocan con los de sus contrincantes. -Cada partido tiene sus razones para querer ganar algún puesto político- Pero, qué hacer en la actualidad. Si anulo mi voto, no hago nada, porque no represento nada; si voto por algún partido con presencia, sea cuál sea, nos puede ir regular, mal o peor, e incluso devastador; y si voto por algún partido menor que no tenga peso dentro de la contienda, es un voto perdido porque el partido no tiene presencia alguna. Entonces ¿qué hacer? ¿tiene algún valor el voto? 

El voto sirve para mostrar la voluntad general del pueblo, un hombre un voto, y cada voto es igual al de los demás. Pero sí ya vimos que en la política actual no todos los votos son iguales. Entonces el voto no es ni igual, ni tampoco representa la voluntad general de un pueblo. En muchas casos se llega a la compra de votos, al fraude y a la manipulación de los votos. Puede el actual México estar formado bajo los principios de la democracia, pero en la formalidad todo puede ser demostrado, en el contenido no. Puede ser que todos, o algunos, vayamos a votar por la propuesta que nos convenza, pero esto no nos garantiza que dicha propuesta se vaya llevar a cabo. Hay muchos intereses encontrados entre los partidos que no permiten la realización de dichas propuestas. El voto tiene un valor en sí mismo, pero si no se realiza ese valor, de igualdad, libertad, individualidad, raciocinio y fraternidad; el voto no tiene ningún valor real. Formalmente el valor representa algo, pero en su contenido carece de ese valor. 

Pensando y repensando sobre qué hacer ahora, me doy cuenta que lo mejor es no ser neutral si quiero mejorar mi situación mexicana social. Fácil sería irme del país -algo caro pero posible- o quedarme pasivo sin hacer nada, o criticar todo pero no ser tan critico como para proponer algo serio y consecuente. A todo esto, diría que lo primero a hacer sería pensar que si voy a votar por alguien no importando quién sea, tenga presente que mi voto no representa nada en su totalidad, pues la acción política desde el voto es mínima. Y que la democracia en el país es tan imperfecta que muchas veces mis derechos serán puestos de lado por intereses de personas con más peso político que el mío. A lo que quiero llegar, es mostrar que el voto no va ser la solución a nuestros problemas, ni del lado positivo del voto realizado ni del lado negativo del voto anulado, sino que hay que ser más radicales. EL gobierno nos quiere como una sociedad masificada y dividida, sin consciencia y sin unidad. Nos quieren estúpidos y separados, que entremos en contienda entre nosotros mismos para desarmarnos como fuerza política. Cuando los partidos de alguna u otra forma ya ganaron, pues entre sí son una fuerza política privilegiada. Lo que debemos hacer es exigir como unidad y con consciencia que se nos tomé en cuenta como sociedad política, y no separada de la política. Para ello, lo principal es que no importando quién gané, sea legítimo o sea fraudulento, le exijamos que cumpla nuestras demandas. Pero en unidad, no por separado y fragmentario. Tenemos que buscar un punto común, un punto fijo entre nosotros, desde el cual podamos demostrar nuestro lugar en la política mexicana. Si vamos a votar, no esperemos que el partido por el que votemos sea el mejor y la única solución, puede haber mejores o peores propuestas, pero sí no exigimos como unidad una mejora en el país no va a suceder nada.

Todo puede seguir igual o peor. De igual manera, no hay que luchar unos contra otros así los único que pierden somos nosotros mismos. Y los pocos que sean pasivos no tendrán nada que hacer, porque en su pasividad desean ser nada. Hay una diferencia radical entre la negación y la neutralidad, la negación toma una postura radical de oponerse a algo y mostrar ese contraponerse constantemente, la neutralidad no se opone a nada. En este caso el voto nulo es la neutralidad de lado de la política porque no va representar nada. En el caso del voto realizado no hay neutralidad, pero tampoco negación: hay aceptación de las condiciones políticas actuales. En caso de realizar el voto la negación, que vendría después, sería contraponerse a las posturas políticas que afecten al país, no caer en la neutralidad de decir "ya vote ya soy libre de responsabilidad", al contrario es cuando más responsabilidad se posa sobre nosotros, pues hayamos ganado o perdido al votar por el partido de elección, en nosotros recae la responsabilidad de hacer que las cosas cambien o sigan igual. Esos cambios deben de ser nacionales y deben surgir del pueblo mismo, deben de ser desde pacíficos hasta violentos, pues no siempre se podrá ir por la vía del silencio y de la paz. Las revoluciones sociales no han sido pacíficas, mueven a todo el sistema y al moverlo lo destruyen o lo modifica. Así que no dejemos de lado los movimiento políticos que han surgido, debemos ponerles atención y pensar con ellos.

No todos tienen las mismas armas teóricas; no por eso son estúpidos, hay que pensar en eso, sí nos creemos superiores o distintos o mejores por pensar de tal o cual manera no vamos a lograr nada, entraremos en el juego de la política actual mexicana: sociedad masificada y fragmentada. La masificación de la sociedad se da porque los individuos pierden la capacidad de pensar por sí mismos, y empiezan a pensar por medio de ideologías destructivas de la individualidad, en la sociedad de masas no hay unidad, sino una mezcla homogénea de algo, no hay individuos ni se reconoce al individuo sólo hay una masa maleable y transformable, que no decide ni piensa por sí misma. La fragmentación se da por la jerarquización social hecha por los grupos mismos o por otros medios externos: económicos, sociales, o imaginarios: la nobleza y los plebeyos. Así, el mal primordial de la política mexicana es la desunión de la sociedad mexicana. Mientras unos se crean mejores que otros el país no avanzará nada, si queremos ser demócratas debemos serlo primordialmente como un sólo demos, un solo pueblo. Para así identificarnos entre nosotros mismos y saber que problemas tenemos como pueblo en común. Mientras estemos separados no podremos hacer nada, gobiernos vendrán, irán y desaparecerán, y no va cambiar nada; es nuestro momento y es nuestro presente el que está en nuestras manos, hay que actuar ahora porque después será demasiado tarde. Si vamos a votar hagámoslo de manera consciente, sabiendo que la responsabilidad no recae en uno o en el otro, sino en todos y cada uno de nosotros; la igualdad, entonces, recaerá entendiendo que tanto él, yo, tú, ellos  y ellas son iguales en responsabilidad, y la democracia no será del yo o del tú sino del nosotros, y podremos elegir, pensar y actuar como un pueblo, como una democracia. Si nos logramos pensar no de manera aislada, habremos logrado lo más importante pensarnos en una comunidad que tiene sus propios problemas y soluciones; si logramos pensarnos como una comunidad en igualdad, podremos vencer la política actual mexicana que sólo busca una cosa: el poder. Si logramos vencer al poder, que busca dominar sobre los demás de manera tiránica, logramos vencer el peor mal de México: la desunión del pueblo.

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